Mujeres marroquíes, las pioneras
¿No estaremos repitiendo el mismo esquema colonista y eurocéntrico de antaño?
(Foto: © M. Laure Rodríguez Quiroga)
Resulta curioso, que en tan solo dos palabras “mujer marroquí” seamos
capaces de realizar un ejercicio de muestra tan simplista y
reduccionista. Para la mayor parte de las personas, hablar de las
mujeres marroquíes es sinónimo de sumisión, de debilidad y de
vulnerabilidad. En definitiva, el discurso que con mayor fuerza se
extiende sobre el imaginario colectivo europeo es el de etiquetar a este
grupo de mujeres como seres que no pueden ver, no pueden oír y no
pueden hablar.
Aún recuerdo mi primer viaje a Marruecos. Mi maleta iba repleta no
solo de ropa sino también de todo un cargamento de estereotipos y
prejuicios. Mi participación en el Congreso sobre la mujer marroquí y
andalusí fue corta, pero lo suficientemente positiva como para aceptar
un tiempo después, una oferta de empleo en el país, afincándome allí
durante unos años. Creo que no pude optar a una mejor opción que
acercarme a vivir con una familia marroquí para observar y analizar
desde dentro el devenir diario de sus mujeres.
Pronto comprendí el concepto distorsionado que se sostiene en nuestra
cultura acerca del género femenino marroquí y sobre todo, del profundo
desconocimiento que tenemos del importante papel que han jugado y juegan
las mujeres en toda la zona norteafricana.
Me permito lanzar una afirmación tajante, basada no tanto en una
investigación de caracter científico, sino más bien en mi propia
experiencia de campo: la característica común a las mujeres marroquíes
es su fuerza y sus aportaciones históricas al desarrollo del país y del
mundo, especialmente en la era moderna.
Si por un momento menciono a Halima al Werzazi, pocas personas sabrán
decir quién es. En 1959, fue nombrada como Agregada Cultural de la
Embajada marroquí en Washington. Y en 1973, destacó por ser la primera
mujer en el mundo árabomusulmán que ocupó un puesto como Miembro Experto
en el Comité de las Naciones Unidas contra el Racismo.
Latifa al Fassi, fue la primera presentadora de radio en la zona
árabe a principios de los años 50, al igual que Saida Abad, primera
mujer maquinista de tren en 1982. Aicha Al Mekki, por su parte, fue la
precursora en el campo paracaidista, ganando el primer premio de la
competición mundial de paracaidismo en 1956. O Amina Sanhaji, primera
mujer que llegó a la NASA a mediados de la década de los 60.
A nivel deportivo podría continuar con Touraya Azriwel, que se
posicionó como la primera mujer entrenadora del fútbol, o Souad Lekhal,
primera mujer arbitro, o Samira Azarwali que fue la pionera en presidir
un equipo de fútbol, hasta Saida Al Ibrahimi, pionera en participar en
el Rally Paris-Dakar, todas ellas en el mundo árabe.
Por una extraña razón, me viene a la mente una serie de preguntas
¿cómo podemos reclamar la recuperación histórica de las aportaciones de
las mujeres, tomando como única referencia a las mujeres europeas? ¿Es
que acaso las mujeres de otras culturas y países no han aportada nada?
De manera inconsciente ¿no estamos repitiendo el mismo esquema colonista
y eurocéntrico de antaño?